La maqueta más grande del mundo sobre una Ciudad Patrimonio de la Humanidad está en Cuenca y refleja su Casco Antiguo

La maqueta de cartón del Casco Histórico de Cuenca por Juan Carlos Evangelio, la más grande del mundo de una Ciudad Patrimonio de la Humanidad
La maqueta de cartón del Casco Histórico de Cuenca por Juan Carlos Evangelio, la más grande del mundo de una Ciudad Patrimonio de la Humanidad

La maqueta de cartón más grande del mundo que recrea una Ciudad Patrimonio de la Humanidad está en Cuenca, y refleja toda la parte alta y las hoces sobre los ríos Júcar y Huécar de una localidad que hace ahora 26 años recibió tal distinción por parte de la Unesco.

La persona encargada de levantarla ha sido el conquense Juan Carlos Evangelio, que ha dedicado los últimos nueve años de su vida a tal propósito con una inversión de tiempo que calcula en 9.000 horas.

Lo que en un primer momento comenzó como la recreación de la calle de La Moneda para verla en tres dimensiones fue creciendo siguiendo las recomendaciones de Forrest Gump, tal y como ha explicado en una entrevista con .

«¿Y por qué no hago la Calle de los Tintes? ¿Y por qué no hago otras calles?», se preguntaba, llegando al final a hacer todo el Casco Antiguo.

Aunque en un primer momento no se planteó que pudiera llegar esta amplitud, cosa que veía «imposible», según se ha ido haciendo, ha ido observando cómo se iban consiguiendo unas proporciones «gigantescas» a su juicio.

Así, no ha dudado en usar la palabra «locura» para definir su maqueta, puesto que cada vez es más grande y, al estar hecha de cartón, siempre la tiene que estar reformando porque la humedad o los suelos secos pueden hacer que se dilate o contraiga este material y hay que estar continuamente reparando. Por eso, la maqueta siempre está en continua evolución.

NUMEROSOS MATERIALES

El casco antiguo como tal ya está acabado, pero siempre que va a visitarlo la gente le propone nuevos retos.

No hace mucho, le sugirieron continuar la maqueta por el puente de San Pablo y el Parador de turismo, elementos que ya tiene terminados y cuyo montaje ha comenzado, pero se topa con el problema de falta de espacio.

Para levantar tal maqueta, Evangelio ha utilizado más de 1.000 kilos de cartón, 20 kilos de alambre, más de 20 litros de pintura y un sinfín de madera que ha utilizado para hacer balcones, farolas, barandillas, árboles y demás utensilios.

Además, toda la maqueta cuenta con iluminación artificial ya sea en las farolas, las vidrieras de la catedral o los diferentes paseos que uno se puede encontrar en el casco de Cuenca.

De 230 metros cuadrados de dimensión, su maqueta se encuentra en el aparcamiento subterráneo del Centro de Atención a Personas con Discapacidad Intelectual Grave ‘El Crisol’ de Cuenca, enclave donde encuentra el problema del espacio.

PROPUESTA PARA INSTALARLA EN EL BOSQUE DE ACERO

«Si tuviéramos un espacio más grande para tener esta maqueta expuesta, no habría ningún problema en seguir haciendo crecer el Casco Antiguo de Cuenca por la hoz del Huécar con el puente San Pablo y el Parador, y tampoco habría problema en hacer los barrios de San Antón y los Tiradores», tal y como subraya Evangelio, dos barrios que también están declarados por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

Aunque estuvo expuesto en la Diputación de Cuenca cuando la maqueta llegaba hasta la plaza de Mangana, en la actualidad no disfruta de ningún espacio público para poder tener esta maqueta instalada de forma definitiva.

«En Cuenca somos muy peculiares, tenemos el ‘ea’ para definirnos: cuando nos dicen una cosa, ‘ea’; y cuando nos prometen una cosa y no la cumplen, ‘ea’ también», ha asegurado.

Y es que, según Evangelio, «las administraciones no se dan cuenta de lo que tienen, ya no por la maqueta, que sería un buen reclamo turístico, sino que tenemos un montón de artesanos y lugares impresionantes en la provincia de Cuenca. No se hace nada para el turismo, para que la gente vaya a verlos, y siempre decimos el ‘ea’ y nos quedamos con esa palabra».




Como propuesta, Evangelio ha mencionado «la vergüenza nacional» que a su juicio supone el Bosque de Acero, donde «con una cantidad mínima de dinero se podría reformar para utilizarlo e instalar allí ya no solo esta maqueta y permitir que siguiera creciendo», sino que en el pabellón de cristal diseñado por Moneo Brock «podría albergar también las creaciones de más artesanos y coleccionistas de gente anónima de la ciudad».

Una recomendación que ya trasladó tanto al alcalde de la ciudad, Darío Dolz, como al presidente de la Diputación, Álvaro Martínez Chana.

«Mucha gente tiene en sus casas obras de artes, verdaderos tesoros culturales, y no estaría mal ofrecer este espacio para hacer del Bosque de Acero una sala permanente de exposición de la artesanía de Cuenca para sacarle uso turístico».

Aunque tenga un montaje complicado, Evangelio ha invertido gran cantidad de tiempo paseando por las callejuelas de la parte histórica de la capital, solicitando permisos para adentrarse en diferentes casas y patios de la ciudad, así como tirando de imágenes satelitales y del servicio de mapas de Google.

Gracias a todo esto ha conseguido casi el mismo nivel de detalle, plasmando con mucho realismo el Cristo del Pasadizo, el túnel que va desde la anteplaza hasta San Miguel o el arco del Bezudo.

UN FUTURO «NEGRO» PARA LA MAQUETA

Sobre el futuro de la maqueta, aunque sigue trabajando casi día a día en ella, Evangelio lo ve muy negro.

En la actualidad la Consejería de Bienestar Social le tiene cedido el garaje del CADIG El Crisol, hacia quien se ha mostrado agradecido.

Si un día la Consejería le dijera que ya no puede ocupar más el garaje, Evangelio no ha dudado en asegurar que cogerá la botella de champán y hará una falla con estos más de 230 metros cuadrados de Casco Antiguo de Cuenca si no le ha llegado otro espacio municipal para albergar la maqueta.

«Yo ya he cumplido mi objetivo, y a otra cosa que me pondría, ya está», afirma Evangelio con la satisfacción de ver entre los rostros de periodistas y fotógrafos que estos días se están pasando por el garaje una cara de asombro al contemplar de cerca la maqueta más grande del mundo de una ciudad Patrimonio de la Humanidad y que ha sido elaborada con sus propias manos.